En las últimas décadas, las dietas más populares se redujeron a complejas fórmulas que prometían poder comer en abundancia con las combinaciones justas de grasas, proteínas y carbohidratos. Ahora, esos regímenes comienzan a perder credibilidad. Y al igual que una confiable cuenta de ahorro, el viejo método de contar calorías vuelve a estar de moda en EE.UU., país que suele marcar tendencia sobre este tema.
“Cada vez más gente cuenta las calorías que ingiere” comenta Terry Eagan, psiquiatra de Los Angeles que durante 16 años ayudó a gente con trastornos alimenticios y otras adicciones. “Conozco personas que quieren algo que sea sexy, diferente y nuevo, pero en realidad no hay nada nuevo en materia de pérdida de peso”, advierte.
Las pruebas sobre este renacimiento de las calorías pueden encontrarse en todos lados. Los fabricantes de Coca-Cola y M&M publicarán dentro de muy poco las calorías en el frente de sus paquetes. Los neoyorquinos recibieron una dura dosis de realidad calórica cuando hace unos meses los restaurantes con 15 o más sucursales fueron obligados a colocar, al lado del precio, el contenido calórico del plato. Las papas fritas de McDonald’s tienen 70 calorías menos que el año pasado (pasaron de 570 a 500calorías). Cathy Nonas, del Departamento de Salud de la ciudad de Nueva York opina que todo esto es una reacción a la presión de la ciudadanía. Las cadenas de restaurantes sostienen que es la demanda de los consumidores -y no la amenaza de la legislación- lo que los llevó a cambiar.
El Departamento de Salud de la ciudad de Nueva York colocó afiches este mes en el interior de las estaciones de subte, en las que recuerda que la mayoría de la gente necesita nada más que 2.000 calorías diarias. Y ya hay dos propuestas en el Congreso que provocarían que la exhibición de calorías de los alimentos sea algo uniforme en todo el país.
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