Aunque el estreno de Bolt en EE UU soló obtuvo 21 millones de euros en su primer fin de semana, el 40% de la recaudación vino del 3-D. Lasseter otorga el crédito a quien se lo merece: “No es la tecnología la que entretiene al público, sino el producto que hacemos con ella”. A los estudios Walt Disney les hacía falta este tipo de liderazgo, ya que desde la revolución digital “habían perdido el norte”, recuerda Lasseter. Los cambios son visibles en la planta dedicada a la producción de largos en su edificio de Burbank (al norte de Los Ángeles), donde según Lasseter no se dan órdenes desde “arriba”. “No creo en la jerarquía de las ideas. La animación es un proceso donde la colaboración lo es todo”.
La llegada de Bolt a las pantallas también abre nuevos interrogantes. Especialmente cuáles serán las diferencias entre Pixar y Disney a partir de ahora. Lasseter lo tiene claro. A Disney le toca el reino de los cuentos de hadas y los musicales como La princesa y el sapo, de animación tradicional, con música de Randy Newman y una princesa negra como protagonista. Pero algunos empleados de Disney se ven como poco más que “el Pixar [cuyos estudios están en San Francisco] del sur”, mientras que los veteranos se sienten relegados ante el “consejo de sabios” que rodea a Lasseter. Ante las críticas, este animador de corazón, ejecutivo de mente responde: “Quiero que en Disney se hagan películas de las que estemos orgullosos”.
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