martes, 12 de mayo de 2009

Casas de subasta: Renovarse o morir ante la crisis

Gente sin casas ni trabajo, Wall Street cayendo en picado, bancarrotas… y cuadros de artistas como Picasso sin vender.
La crisis económica no ha dejado títere con cabeza y el mercado del arte no es una excepción. Las casas de subastas Christie’s y Sotheby’s de Nueva York vieron cómo, en las ventas de noviembre pasado, tras estallar la hecatombe financiera, se vendió mucho menos de lo esperado.
Las acostumbradas noticias sensacionales de precios récord de cuadros en las tradicionales subastas de otoño pasaron a la historia: casi un tercio de los lotes quedaron sin vender en las subastas de arte contemporáneo y los precios estuvieron muy por debajo de lo esperado.
Ante la situación de incertidumbre, el propietario del valioso cuadro “Arlequín”, valorado en unos 30 millones de dólares, decidió retirar la obra de la subasta de Sotheby’s.
“Los precios de la pasada temporada de otoño fueron establecidos en verano (boreal), antes de que la crisis surgiera”, señala Robert Manley, vicepresidente de Christie’s y jefe de departamento de arte contemporánero y de posguerra de la casa de remates.
Manley da estas explicaciones en la presentación del lote de subastas de arte moderno e impresionista y la de arte contemporáneo y de posguerra de este mes de mayo. Tras la experiencia vivida por el impacto de la crisis, las casas de subastas ha decido optar por reducir el número de obras y también sus precios. Algo por lo que también apuesta Sotheby’s.
“Nos hemos convertido en ‘editores’ más estrictos”, dice Manley. “Tras ver cómo ha funcionado el mercado en los últimos meses, hemos bajado los valores estimados por cada pieza”.
Así, la subasta del mes de mayo de arte moderno y contemporáneo de Christie’s ofrece un lote de 50 piezas con unas expectativas de ventas de 94 millones de dólares, mientras que en noviembre fueron 85 obras y la estimación de ganancias subía a los 250 millones.
Entre las obras más destacadas hay algunas de Picasso: “Mousquetaire à la pipe” (1968), la pieza con el precio estimado más alto, entre 12 y 18 millones de dólares; y “Femme au chapeau” (1971), en propiedad del director de cine Julian Schnabel desde 1989 y que está valorada entre 8 y 12 millones de dólares.
“Hemos estado trabajando fuerte para convencer a los propietarios de obras de arte para que pongan a la venta sus piezas”, explica Manley.
En su opinión, la crisis ha hecho que las casas de subasta rediseñen su oferta reajustado el perfil de compradores. “La gente quiere buena calidad y a buen precio”, sentencia, y añade como positivo: “Hasta ahora había más especuladores, ahora vemos entre los clientes que hay más coleccionistas serios, lo cual no deja se ser bueno”.
“Ya no se ve tanta gente que compra pensando que en seis meses el precio de la obra se va a doblar”, añade. “Que se doble el precio ya no va a pasar”.
“Sabemos quién está en el mercado y lo que están buscando y estamos preparados”.
Quien también sufre la crisis en el mundo del arte son los museos, con la venta de algunas de sus obras como ocurrió con el de la Academia Nacional, que en diciembre vendió dos pinturas del movimiento artístico Hudson River School para obtener fondos ante el bajón de turistas y de donaciones.
Para afrontar la crisis, los museos del país proponen nuevas iniciativas, como clases de yoga enmarcadas en una exposición y que organizó el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA), o más conciertos gratuitos a la hora del almuerzo o recitales de poesía, como es el caso del Art Institute of Chicago, que pretende con estas actividades convertirse en el centro cultural de la ciudad.
Ante la crisis, el mundo del arte se reinventa para no morir.

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