El nuevo diseño de Adrián Pierini fue especialmente creado para celebrar el 120 aniversario de la cerveza preferida por los argentinos desde 1890. Esta edición especial se caracteriza fundamentalmente por combinar tradición y elegancia con un lenguaje simple y directo.
Un brief complejo:
El equipo de marketing de Cervecería y Maltería Quilmes llegó a Pierini Partners con un proyecto único: lanzar un packaging de edición especial que se convirtiera en un referente relevante de su celebración. El mismo debía vestirse de fiesta, ser absolutamente distinto a los códigos tradicionales de la categoría pero, a su vez, no ignorar que se estaría hablando de una cerveza cuyo valor cualitativo y emocional le ha permitido posicionarse como la líder del mercado argentino.
Tan sofisticado como atípico:
El nuevo lanzamiento sería un tributo a la historia de Quilmes Cristal pero, lejos de abordar el mensaje a través de layouts antiguos o extremadamente populares, el requerimiento se centraría, en esta ocasión, en la elegancia. La idea subyacente consistía en ver la pieza como un ícono de la festividad y este pedido hubiese sido mucho más complejo de lograr para Pierini si no hubiese podido disponer de un soporte tan innovador como pertinente: el equipo de marketing le presentó al diseñador, junto con el detalle de los objetivos buscados, una botella singular, creada especialmente para la ocasión, de silueta estilizada, curvilínea y seductora.
El impacto entonces se obtendría a través de dos canales; por un lado la nueva botella, que transmitiría alegría, esperanza y encuentro y, por el otro, etiqueta y cuello, que debían ratificar desde la razón esos estímulos emocionales.
La forma tiene la palabra:
Un diseño estructural tan original para la categoría merecía tener un lugar preponderante. Es por ello que Pierini decidió que las rutas creativas invadieran lo menos posible el campo visual. El primer impacto debía provenir de la forma, y luego del contenido. Por esto, los diferentes bocetos preliminares buscaron invadir lo menos posible el soporte. Pequeños espacios dieron lugar a grandes análisis, ya que la decisión de no invadir la morfología de la botella requería de minimizar recursos y seleccionar con cuidado los elementos que formarían parte del layout: la marca, entonces, tendría que estar acompañada de una o dos frases como máximo (para reforzar de manera inmediata el valor del lanzamiento), las tipografías, de carácter premium, deberían ser aplicadas de forma modulada y en cuerpos pequeños, las misceláneas serían sutiles y cuidadas y, finalmente, una paleta cromática sobria y acotada se vincularía a la cromía institucional pero en gamas de mayor formalidad.
Una cinta que abraza:
La forma de la etiqueta tampoco resultó azarosa. Si bien se probaron distintos cortantes, el preferido por el cliente resultó ser aquel que reforzaba, aún más, el mensaje emocional emitido.
De forma rectangular y con disposición envolvente, la nueva etiqueta, simboliza el estrecho abrazo entre el consumidor y su producto, una imagen que sintetiza un vínculo que ha permanecido inalterable durante los 120 años de existencia de la marca.
El logotipo de Quilmes, ese gran protagonista:
El layout seleccionado por el cliente logró manejar los recursos con sobriedad y distinción. Optar por un plateado de base sumó calidad, diferenciación y aumentó su destaque en el punto de venta. El elemento visual que mereció un reconocimiento especial fue el logotipo “Quilmes”. Su sola presencia aportó los códigos cerveceros y de masividad apropiados, un atributo para nada despreciable si se considera que una estética errónea, hubiese podido dar origen a una imagen elitista del producto y, por lo tanto, ser rechazado por un grueso de seguidores de la marca que no se hubiesen sentidos representados por este lanzamiento.
Conclusión:
La cerveza Quilmes Cristal posee la magia de reunir lo antiguo con lo nuevo, de reunir al consumidor joven con el adulto, de combinar lo exclusivo con lo cotidiano. Esa misma dualidad es la que permitió que esta innovación fuera posible ya que, sin ella, el layout hubiese perdido pertinencia y el nuevo packaging se hubiese convertido en un objeto de segmentación más que de integración. La decisión de vestir de gala un producto tan argentino partió de la acertada concepción de que el festejo de los 120 años de la marca es un festejo de todos los consumidores sin excepción, y el mejor modo de homenajear a quiénes han sido protagonistas de esta historia es invitándolos a destapar las botellas que Quilmes preparó especialmente para esta gala, levantar sus vasos cerveceros y brindar todos juntos por “el sabor del encuentro”.
miércoles, 20 de octubre de 2010
Pierini diseñó el packaging de la botella “120° aniversario” de Quilmes Cristal
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