
Creo que sí. A todos nos ha ocurrido.

Luego crecí y cambié de opinión. Durante aquellos primeros años como profesional sentí que la sencillez era la ruta y que un evento de diseño no merecía tanta formalidad. En aquella época juzgaba necesario descreer de las máximas que imponían los referentes de entonces. Había que ser intuitivo y darle mayor lugar a la diversión, a la exploración, a una postura más bohemia y descontracturada.
Pero hoy, tras 18 años de carrera y viendo esas dos visiones, podría afirmar que la rigidez aburre y que la informalidad desvaloriza. Por lo tanto, lo ideal es el equilibrio.
Con esto quiero decir que me sumo a la buena voluntad de aquellos profesionales que brindan su saber de un modo noble y genuino. Pero también quisiera expresar mi absoluto rechazo hacia aquellos que por simple ego desperdician el tiempo del público manifestando su grandilocuencia. Pretendo exclamar mi total negación hacia los que confunden a los jóvenes diseñadores emitiendo un mensaje que fluctúa entre una falsa simpleza y una exagerada dificultad.

Lo que me confunde es que parecería ser que muchos de los que pagan una entrada con el aparente objetivo de aprender, en el fondo quisieran ser timados.
Las fiestas que suelen incluir los eventos de diseño, los maravillosos viajes que quizá impliquen, la posibilidad de conocer en ellos a otros chicos/chicas, la existencia de un entorno pseudo-fashion en el cual exhibir apariencias o recibir un hermoso certificado de asistencia, se han transformado hoy en un engañoso gancho de atracción que los estudiantes y jóvenes profesionales utilizan como parámetros de medición de valor.
No hay que confundirse. Lo periférico es fantástico pero nunca puede convertirse en el eje sobre el cual determinar el enriquecimiento educativo de tales actividades.
El saber no lo garantiza un certificado. La capacidad proyectual no la determina la vestimenta de moda ni la cantidad de veces que hayamos participado de estos “espectáculos”.

Es fundamental entender que las carreras exitosas se nutren de información relevante y no de dispersión. Es vital que los jóvenes profesionales sepan discernir entre diversión y crecimiento profesional. En definitiva, es necesario que comprendan que hay una dura realidad esperándolos allá afuera, que la competencia es fuerte y que su formación será la única arma con la que contarán para poder enfrentarla con idoneidad.
Adrián G. Pierini
Director general creativo
Pierini Partners Argentina
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